El éxito del vino caiño condes de albarei y de otros sellos vinícolas es el resultado de una larga tradición que hoy se funde con la modernidad de las técnicas, procedimientos y tecnologías actuales. Esta variedad de uva blanca reconoce en Galicia y el norte de Portugal su cuna más antigua.
En concreto, de las cepas de caíño blanco se conservan registros desde el año 1722, pues el origen de esta variedad —un cruce entre el azal tinto y el albariño— se produjo en siglos anteriores. Con todo, los genetistas que han estudiado el caíño blanco coinciden al señalar su carácter complejo y diverso, que impide afirmar nada con rotundidad.
Denominado a su vez como caíño branco o cainho de moreira, esta variedad presume de ser la segunda blanca de las D.O. Rías Baixas. Su cultivo se concentra en la región de O Rosal, en Pontevedra, provincia de la que se considera originaria, por más que hoy se explote también en la D.O. Ribeiro.
No obstante, sus orígenes inciertos no impiden al caíño blanco ser una de las variedades vinícolas más degustadas en la actualidad, siendo especialmente popular como acompañamiento de otras mezclas, por su capacidad para dotar de toques florales y aromas a manzana a las mezclas resultantes. Específicamente, el caíño blanco combina a la perfección con variedades como el albariño, el godello, el torrontés o la treixadura.
Respecto a su morfología, las uvas de caíño blanco se distinguen por su disposición en racimos pequeños, con un ciclo de maduración tardío y una productividad inferior a otras cepas. Comparte con el resto de las variedades su vulnerabilidad al oídio y otras enfermedades comunes a todas las vides.
En síntesis, el caíño blanco es una variedad con varios siglos de historia y una honda tradición en dos de las regiones más vinícolas de Galicia, Rías Baixas y Ribeiro