Siempre supe que quería estar en un negocio en el que aprender cada día un poco. Cuando empecé en el diseño noté que se me daba bien pero que tenía dificultades cuando los trabajos eran demasiado repetitivos. Me costaba hacer siempre lo mismo y la calidad de mis trabajos bajaba. Y esa fue una de las razones por las que en mis primeros años no tuve mucha continuidad en ningún trabajo hasta que logré un puesto en un estudio diferente muy enfocado a la innovación.
Aunque de primeras sonaba muy bien y no tuve dudas en aceptar el trabajo luego me di cuenta de que no iba a ser tan fácil. Los proyectos eran muy exigentes y los clientes muy especiales. Nada más llegar nos tocó diseñar una campaña para una firma que requería, entre otros materiales, un diseño para impresion en carton corrugado.
Una de las primeras cosas me que me pidieron fue que buscara un nuevo colaborador para este tipo de trabajo. Anteriormente había colaborado con una imprenta especializada pero cuando se trataba de proyectos en cartón corrugado tuvieron algunos problemas. Y es que la impresión en este material es muy delicada por lo que se necesitan equipos y profesionales muy detallistas.
Al final, un trabajo como el nuestro es la suma de la aportación de varias personas y colaboradores. Y si una falla, el proyecto no va a salir perfecto. El cliente, en última instancia, sólo va a ver que el resultado no es el que esperaban. Por lo tanto, el responsable último va ser el estudio al que han encargado la campaña, independientemente de que el fallo pueda venir por un colaborador que no ha hecho su trabajo como debería.
Por eso cuando me encargaron que buscara una nueva imprenta con experiencia en la impresión en cartón corrugado sabía que era una labor importante porque el último problema que tuvo el estudio vino por un fallo en la impresión en ese material. Pero como me gustan los retos, asumí este papel con entusiasmo, intentando empezar con buen pie en mi nuevo trabajo.