Servicios informáticos

Un año convulso para la informática 

2020 será recordado por muchas cosas, entre ellas el repentino boom en el consumo de determinados productos informáticos. Las cámaras web, los micrófonos y otros componentes se vendieron a un ritmo elevadísimo desde marzo del año pasado agotando el stock y dejando a muchos consumidores sin poder acceder a dichos periféricos. Pero no solo han sido estos aparatos los que se ha revalorizado. Los equipos informaticos domésticos han multiplicado sus ventas. Y todo ello a pesar de la crisis por la escasez de componentes. 

Y es que la pandemia también ha supuesto alteraciones muy importantes en la fabricación y distribución de componentes en todo el mundo. Los cierres parciales de algunas grandes empresas, los confinamientos y la reducción del transporte ha tenido como consecuencia que muchos componentes se fabricasen a un ritmo mucho más lento de lo habitual mientras, irónicamente, crecía su demanda. El resultado de esta paradoja ha sido una histórica crisis en el suministro de muchos aparatos tecnológicos.

Es el caso, por ejemplo, de los chips. No solo los equipos informáticos llevan chips: buena parte de los equipos electrónicos de consumo, pero también los industriales llevan chips. La crisis en la fabricación y suministro de chips sigue sobrevolando el mercado mundial tan dependiente de estos componentes para su adecuado funcionamiento. En este sentido, ya existen empresas que han avisado de un previsible retraso en la fabricación y montaje de diversos productos debido a la escasez de chips.

¿Y qué nos puede deparar el futuro? Buena parte de los analistas coinciden en que lo peor ya ha pasado y que a lo largo de 2021 se irán corrigiendo los problemas de suministro a medida que las crisis derivadas por el impacto del coronavirus vayan remitiendo mientras la vacunación avanza y se alcanza la denominada inmunidad de grupo. 

En este sentido, el segundo semestre del año será importante en muchos frentes económicos, también en el ámbito de las empresas informáticas. Si el ritmo normal de producción se mantiene, y los ciudadanos recuperan su ritmo de vida, es probable que la demanda se reduzca adaptándose al ritmo habitual de producción evitando la temida falta de stock.